la única vez, vamos a decirlo así, que le dirigí la palabra a K siendo presidente de la República fue el 7 de junio del 2003 en el mismo lugar donde fue despedido  por miles de presentes y millones de televidentes en un velorio global. Recuerdo que me salió espontáneo el tuteo y recuerdo también su mirada desde su altura, entre rápida y socarrona, como calando al  que le hablaba. En este caso yo, y  vaya a saber que le estaría diciendo, lamentablemente no lo recuerdo, aunque sí el momento y que  cinco o seis periodistas  nos apretujábamos para hablarle. en mi caso estaba jugada con la cuestión indígena y tenía decidida mi salida de la Casa Rosada. No tenía mucho que hacer allí. Creo en los cambios y yo quería uno. Además el `que se vayan todos´ me había atravesado a mí también. Meses después hasta hubo un intento del entonces vocero presidencial Miguel Nuñez -por una gestión de Omar Bravo- para que permaneciera en el lugar ya que yo inspiraba confianza a los duros pinguinos. Aunque intuía lo que venía no podía saberlo y como dije yo tenía ya otro camino empezado. Pasó agua bajo el puente desde aquel momento hasta el presente. De hecho el lugar se llamaba entonces `Colón´ y ahora es el Salón de los Patriotas latinoamericanos. No fui al velorio, no fui a despedir a K, fui una mas entre tantos que lloré en mi casa viendo la tele, sin entender demasiado y haciendo mías esas palabras de Calamaro `no tenemos suerte con la política en la Argentina´.
Ahora todos estamos pensando en política, en qué y cómo hacer, de qué modo involucrarnos....los que hemos pasado por esa tremenda experiencia en los 70,  y los que ahora, tras un salto generacional se plantean lo mismo. Veremos que pasa con tanta energía desatada por una muerte, justo la que no debía ser pero que dió a luz este presente. Inesperado también.