Leyes


"Nuestra ley es la ley del agua, es la ley del sol, la ley del rayo. No admite reformas, no conoce decretos, no acepta constituciones ni políticas, porque nuestra ley que rige la vida permanece en el tiempo. Para que la armonía vuelva a nuestras vidas, es necesario que la ley creada por los hombres respete y acate la ley de origen, la ley natural, la ley de la vida, la suprema ley de los Mamos"
Los Mamos son los guías espirituales del pueblo kogui, habitantes de la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia

lunes, 11 de mayo de 2015

Mocochinchi, chicharrón y chicha

Una de las tantas maneras que tienen los bolivianos de calmar la sed es con una exquisita y simple bebida que se hace en casa y que uno la puede encontrar en cualquier esquina de sus ciudades: el mocochinchi. Un refresco de y con duraznos, canela, clavo de olor, un poco de azúcar y agua, por supuesto.  La probé en Toco, un pueblo del alto valle cochabambino donde también conocí caramelos de maní ¡sí! dulcísimos caramelos que me vendió una señora mayor que me habló en quichua. 
Sin packaging ni marketing sino como lo que son, simples alimentos para el cuerpo y el alma que se entregan en mano sin intermediarios.
Y hablando de comida, los amigos que hice apenas llegar a Cochabamba me contaron que el gran Werner Herzog, quien por estos días filma en Bolivia "Sal y fuego" -todo lo que sé es que los escenarios son el salar de Uyuni y localidades de Cochabamba y de Santa Cruz de la Sierra- quiso probar el famoso "chicharrón", plato estrella de la gastronomía andina pero no tuvo suerte porque era domingo. Sus productores no pudieron resolver el pedido de algo tan simple como un chicharrón porque ese día todo el mundo descansa y los tiempos de los equipos de filmación tienen sus rigores.
Pero yo sí pude probarlo, también en el altovalluno Toco, cerca de Cliza, al sudeste de Cochabamba. En el único día que me sentí perfecta pese a los 2900 metros de altura accedí a una sabrosura que se acompaña con chicha y se come con la mano.
Sí, ese plato que ven en la foto más la jarra de chicha, cuyo vaso
es la mitad de un mate o calabaza, alcanzó para tres personas, mi anfitrión Guillermo,  Huascar que nos presentaba al lugar y a sus habitantes, y yo.
Papas andinas, mote (maíz cocido al vapor o hervido) acompañaban al chancho que sale frito de una enorme paila. La imprescindible llajua, de locoto y tomate para enardecer el paladar, completa lo que es más que un plato de comida. Se trata de una tradición que cada fin de semana convoca a los bolivianos a compartir con la milenaria chicha, dulzona, sencilla e inolvidable.

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